Autor: Augusto dos Anjos
Título: EU, YO
Tradutor: Marinalva Freire da Silva & Carlos García-Roneral Pérez
Data de entrada no site: 26/12/2004
Monólogo de uma sombra
Augusto dos Anjos“Sou uma Sombra! Venho de outras eras,
Do cosmopolitismo das moneras…
Pólipo de recônditas reentrâncias,
Larva de caos telúrico, procedo
Da escuridão do cósmico segredo,
Da substância de todas as substâncias!
A simbiose das coisas me equilibra.
Em minha ignota mônada, ampla, vibra
A alma dos movimentos rotatórios…
E é de mim que decorrem, simultâneas
A saúde das forças subterrâneas
E a morbidez dos seres ilusórios!
Pairando acima dos mundanos tetos,
Não conheço o acidente da Senectus
– Esta universitária sanguessuga
Que produz, sem dispêndio algum de vírus,
O amarelecimento do papirus
E a miséria anatômica da ruga!
Na existência social, possuo uma arma
– O metafisicismo de Abidarma –
E trago, sem bramâncias tesouras,
Como um dorso de azêmola passiva,
A solidariedade subjetiva
De todas as espécies sofredoras.
Com um pouco de saliva quotidiana
Mostro meu nojo à Natureza Humana.
A podridão me serve de Evangelho…
Amo o esterco, os resíduos ruins dos quiosques
E o animal inferior que urra nos bosques
É com certeza meu irmão mais velho!
Tal qual quem para o próprio túmulo olha,
Amarguradamente se me antolha,
À luz do americano plenilúnio,
Na alma crepuscular de minha raça
Como uma vocação para a Desgraça
E um tropismo ancestral para o Infortúnio.
Ai vem sujo, a coçar chagas plebéias,
Trazendo no deserto das idéias
O desespero endêmico do inferno,
Com a cara hirta, tatuada de fuligens,
Esse mineiro doido das origens,
Que se chama o Filósofo Moderno!
Quis compreender, quebrando estéreis normas,
A vida fenomênica das Formas,
Que, iguais a fogos passageiros, luzem…
E apenas encontrou na idéia gasta,
O horror dessa mecânica nefasta,
A que todas as coisas se reduzem!
E hão de achá-lo, amanhã, bestas agrestes,
Sobre a esteira sarcófaga das pestes
A mostrar, já nos últimos momentos,
Como quem se submete a uma charqueada,
Ao clarão tropical da luz danada,
O espólio dos seus dedos peçonhentos.
Tal a finalidade dos estames!
Mas ele viverá, rotos os liames
Dessa estranguladora lei que aperta
Todos os agregados perecíveis,
Nas eterizações indefiníveis
Da energia intra-atômica liberta!
Será calor, causa ubíqua de gozo,
Raio* X, magnetismo misterioso,
Quimiotaxia, ondulação aérea,
Fonte de repulsões e de prazeres,
Sonoridade potencial dos seres,
Estrangulada dentro da matéria!
E o que ele foi: clavículas, abdômen,
O coração, a boca, em síntese, o Homem,
– Engrenagem de vísceras vulgares –
Os dedos carregados de peçonha,
Tudo coube na lógica medonha
Dos apodrecimentos musculares!
A desarrumação dos intestinos
Assombra! Vede-a! Os vermes assassinos
Dentro daquela massa que o húmus come,
Numa glutoneria hedionda, brincam,
Como as cadelas que as dentuças trincam
No espasmo fisiológico da fome.
É uma trágica festa emocionante!
A bacteriologia inventariante
Toma conta do corpo que apodrece…
E até os membros da família engulham,
Vendo as larvas malignas que se embrulham
No cadáver malsão, fazendo um s.
(…)
Agonia de um filósofo
Consulto o Phtah-Hotep. Leio o obsoleto
Rig-Veda. E, ante obras tais, me não consolo…
O Inconsciente me assombra e eu nele rolo
Com a eólica fúria do harmatã inquieto!
Assisto agora à morte de um inseto…!
Ah! todos os fenômenos do solo
Parecem realizar de pólo a pólo
O ideal de Anaximandro de Mileto!
No hierático areópago heterogêneo
Das idéias, percorro como um gênio
Desde a alma de Haeckel à alma cenobial!…
Rasgo dos mundos o velário espesso;
E em tudo, igual a Goethe, reconheço
O império da substância universal!
O morcego
Meia-noite. Ao meu quarto me recolho.
Meu Deus! E este morcego! E, agora, vede:
Na bruta ardência orgânica da sede,
Morde-me a goela ígneo e escaldante molho.
“Vou mandar levantar outra parede…”
– Digo. Ergo-me a tremer. Fecho o ferrolho
E olho o teto. E vejo-o ainda, igual a um olho,
Circularmente sobre a minha rede!
Pego de um pau. Esforços faço. Chego
A tocá-lo. Minh’alma se concentra.
Que ventre produziu tão feio parto?!
A Consciência Humana é este morcego!
Por mais que a gente faça, à noite, ele entra
Imperceptivelmente em nosso quarto!
Psicologia de um vencido
Eu, filho do carbono e do amoníaco,
Monstro da escuridão e rutilância,
Sofro, desde a epigênese da infância,
A influência má dos signos do zodíaco.
Profundissimamente hipocondríaco,
Este ambiente me causa repugnância…
Sobe-me à boca uma ânsia análoga à ânsia
Que se escapa da boca de um cardíaco.
Já o verme – este operário das ruínas –
Que o sangue podre das carnificinas
Come, e à vida em geral declara guerra,
Anda a espreitar meus olhos para roê-los,
E há de deixar-me apenas os cabelos,
Na frialdade inorgânica da terra!
__________________
Fonte: ANJOS, Augusto dos. Eu e outras poesias. 42ª ed. Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 1998, p. 2-12.
Monólogo de una sombra
Augusto dos Anjos
¡Soy una sombra! Vengo de otras eras,
Del cosmopolitismo de las moneras…
Pólipo de recónditos adentros,
Larva de caos telúricos, procedo
De la oscuridad del cósmico secreto,
¡De la substancia de todas las substancias!
La simbiosis de las cosas me equilibra
En mi ígnota mónada, amplia, vibra
Pues me decurren simultáneas,
La salud de las fuerzas subterráneas
¡Y la morbidez de los seres ilusorios!
Flotando sobre los mundanos techos,
No conozco el accidente de “Senectus”
– Esta universitaria sanguijuela
Que produce sin perjuicio algún virus,
¡Y la miseria anatómica de la arruga!
En la existencia social, poseo un arma
– El metafisicismo de Abidarma –
Y traigo, sin bramánicas tijeras,
Como um dorso de azémola pasiva,
La solidariedad subjetiva
de todas las espécies sufridoras.
Como un poco de saliva cotidiana
Muestro mi asco a la Naturaleza Humana.
La podredumbre me sirve de evangelio…
Amo el estiércol, los malos residuos de los quioscos
Y al animal inferior que aúlla en los bosques
¡Es con certeza mi hermano mayor!
Tal cual quien para su próprio túmulo mira
Amargamente se me antoja
A la luz del americano plenilunio,
En el alma crepuscular de mi raza
Como una vocación para la Desgracia
Un tropismo ancestral del Infortunio.
Ahí viene inmundo a irritar las llagas plebeyas,
Trayendo en el desierto de las ideas
La desesperación endémica del infierno,
Con la cara yerta tatuada de hollín
Ese minero loco de los orígenes
¡Así se llama al Filósofo Moderno!
Quiso comprender, infringiendo estériles normas,
La vida fenoménica de las formas,
que, idéntica a fuegos pasajeros, lucen…
Y sólo encontró en la idea trasnochada
El horror de esa mecánica nefasta,
¡A que todas las cosas se reducen!
Y han de encontrarlo, mañana, bestias agrestes
Sobre la estera sarcófaga de las pestes
A enseñar, ya en los últimos momentos,
Como quien se somete a una salazón,
A la claridad tropical de la irritante luz
¡Espolio de sus hediondos dedos!
¡Tal es la finalidad de los estambres!
Pero él vivirá, rotas las ataduras
De esa estranguladora ley que ahoga,
A todas las mezclas fugaces,
En las eterizaciones indefinibles
¡De la energia interatómica liberada!
Será calor, causa ibicua del gozo,
Rayo X, magnetismo misterioso,
Quimiotaxia, ondulación aérea,
Fuente de repulsiones y de placeres,
Sonoridad potencial de los seres,
¡Estrangulada dentro de la materia!
Y lo que fue: clavículas y abdomen,
El corazón, la boca; en síntesis, el Hombre,
– Engranaje de vísceras vulgares –
Los dedos cargados de ponzoña,
Todo cupo en la lógica terrible
¡De las podredumbres musculares!
El desorden de los intestinos
¡Asusta! ¡Mírala! Los gusanos asesinos
Dentro de aquella masa que el húmus corrompe,
En uma glotonería hedionda, juegan,
Como las perras que a dentelladas desgarran
El espasmo fisiológico del hambre.
¡Es una trágica y emocionante fiesta!
La bacteriológica inventariante
Toma cuenta del cuerpo que se pudre…
Y hasta los miembros de la familia tienen náuseas
Viendo a las larvas malignas cubrir,
El cadáver malsano, haciendo una s.
(…)
Agonía de un filósofo
Consulto el Phatan-Hotep. Leo el obsoleto
Rig-Veda. Y, ante tales obras, no me consuelo…
¡El inconsciente me asombra y yo en el ruego
Con la eólica furia del harmatán inquieto!
¡Asisto ahora a la muerte de un insecto!…
¡Ah! todos los fenómenos del suelo
¡Parecen realizar de polo a polo
El ideal de Anaximandro de Mileto!
En el hierático areópago heterogêneo
De las ideas, recorro como un gênio
¡Desde el alma de Haeckel al alma cenobial!…
Rasgo el velário espeso de los mundos;
Y en todo igual a Goethe, reconozco
¡El imperio de la substancia universal!
El murciélago
Medianoche. En mi cuarto me recojo.
¡Dios mío! ¡Y este murciélago! Y, ahora, ved:
En la violenta quemazón orgánica de la sed,
Muérdeme la ígnea y caliente salsa de la garganta.
“Voy a mandar erguer otra pared…”
– Digo, me hecho a temblar. Echo el cerrojo
Y miro el techo. ¡Aún lo veo, igual que a un ojo,
Circularmente sobre mi red!
Cojo un palo. Hago esfuerzos. Llego
A tocarlo. Mi alma se concentra
¿¡Que vientre produjo tan feo parto?!
¡La Conciencia Humana es este murciélago!
Por más que haga, por la noche, él entra
¡Imperceptiblemente en nuestro cuarto!
Psicología de un vencido
Yo, hijo del carbono y del amoníaco,
Monstruo de oscuridad y rutilancia,
Sufro, desde la epigénesis de la infancia,
la mala influencia de los signos del zodíaco.
Profundísimamente hipocondríaco,
Este ambiente me causa repugnancia…
Me sube a la boca un ansia semejante al ansia
Que se escapa de la boca de un cardíaco.
Ya el gusano – este operario de las runias –
Que la sangre podrida de las matanzas
Come, y a la vida en general declara guerra,
viene a tantear mis ojos para roerlos,
Y ha que dejarme sólo los cabellos
¡En la frialdad inorgánica de la tierra!
___________________
Fonte: ANJOS, Augusto dos. Yo. Traducción de Marinalva Freire da Silva & Carlos García-Roneral Pérez. João Pessoa, Idéia Editora, 2002, p. 11-20.